El síndrome post polio es una enfermedad neurológica rara incluida dentro del grupo de las enfermedades de motoneurona secundarias a una infección, caracterizada por fatiga, debilidad muscular progresiva con pérdida de función y dolor y que aparece exclusivamente en pacientes que fueron infectados por el virus de la polio entre treinta o cuarenta años antes.
La polio afectó a muchas personas en nuestro país hasta 1976, año en el que tras las campañas de vacunación masiva comenzó su erradicación. En la actualidad se calcula que en España existen unas 300.000 personas con secuelas de polio.
La enfermedad fue descrita por primera vez, en 1875, por Jean Martin Charcot, en un hombre con parálisis creciente, que había padecido poliomielitis en su infancia, pero hasta finales del pasado siglo, a comienzos de los años 80, no se la conoce como síndrome post polio.
La prevalencia (número de casos de una enfermedad en una población) de las enfermedades de 44 Enfermedades Infecciosas y Parasitarias la motoneurona en su conjunto es de 3,5 individuos por cada 100.000 habitantes; el síndrome post polio no ocurre en todos las personas que fueron afectadas por la polio, sino en un 20-80% de ellas, siendo más frecuente en las mujeres y existiendo una relación directa entre el riesgo de padecer este síndrome y el grado de severidad de las secuelas de la polio.
Durante la infección por el virus de la polio muchas de las neuronas de las astas anteriores de médula espinal son dañadas o destruidas, otras sobreviven a la polio y asumen la función de las neuronas lesionadas; de esta forma el paciente recupera el control de sus músculos y su salud, pero a costa de una hiperfunción de las células supervivientes. Al cabo de un periodo variable entre treinta y cuarenta años o incluso más amplio, estas neuronas sobrecargadas comienzan a fallar dando lugar a la aparición de la enfermedad. El restablecimiento de la función neuronal puede ocurrir por segunda vez en algunas fibras pero, con el tiempo, los terminales nerviosos se destruyen y la enfermedad se hace permanente. Este mecanismo es el responsable del curso lento, paulatino e imposible de pronosticar que muestra la enfermedad en la clínica. Algunos autores señalan también la importancia del proceso normal de envejecimiento que, por sí solo, causa una disminución del número de neuronas con la consiguiente debilidad muscular. Este proceso contribuye a aumentar los síntomas del síndrome post polio. No se han encontrado evidencias de que el síndrome se deba a una reactivación del virus.
El síndrome post polio puede desencadenarse tras una caída, un período de reposo prolongado, un accidente leve, o con la aparición de otras enfermedades. Clínicamente se caracteriza por debilidad muscular progresiva y de reciente comienzo y atrofia (disminución de volumen y peso de un órgano) de las extremidades, de la musculatura de inervación bulbar y de los músculos respiratorios, combinados con fatigabilidad, disminución de la resistencia al esfuerzo artromialgias (dolores articulares y musculares) y astenia (debilitación del estado general). También pueden aparecer dificultad para tragar, problemas respiratorios, alteraciones del habla y síntomas de tipo psicológico como ansiedad, depresión, insomnio y alteraciones en la capacidad de concentración y memoria. Todo ello conlleva una gran limitación para realizar las actividades cotidianas, lo que hace que estos pacientes tiendan a ganar peso.
El proceso está marcado por una evolución en brotes (progresión y períodos lentos de la estabilización) y la gravedad del síndrome depende del ataque inicial de poliomielitis: los pacientes que padecieron una poliomielitis leve tendrán síntomas mínimos si padecen el síndrome post poliomielítico, mientras que aquellos que fueron más severamente afectados por el virus tendrán un síndrome post polio más agudo con mayor perdida de la función muscular.
El diagnóstico es clínico y se basa en los antecedentes de polio, un examen neurológico y una serie de pruebas complementarias encaminadas a descartar otras posibles causas de enfermedad. Se debe evaluar además la perdida de fuerza del paciente a lo largo del tiempo. Para ello se utilizan resonancia nuclear magnética, biopsia (operación que consiste en extirpar en el individuo vivo un fragmento de órgano o de tumor con objeto de someterlo a examen microscópico) muscular, estudios electrofisiológicos y análisis del líquido cefalorraquídeo (líquido que protege y circula a través de ciertas estructuras cerebrales y de la médula espinal). Generalmente el síndrome post polio no pone en peligro la vida, salvo en aquellos pacientes que experimentan un deterioro respiratorio agudo. No existe tratamiento curativo, aunque algunos estudios sugieren que la piridostigmina ayuda a revertir la debilidad y la fatiga muscular en algunos pacientes. El tratamiento hoy en día va encaminado a paliar los síntomas. Un programa de ejercicios especial puede contribuir a aumentar la fuerza y recientemente se ha demostrado la eficacia del uso de imanes para el tratamiento del dolor que aparece en estos pacientes, como una alternativa a los tratamientos convencionales como por ejemplo, la terapia física, tirantes de apoyo o aparatos ortopédicos, relajantes musculares, antiinflamatorios y otras medicaciones. Siempre habrá que tener en cuenta que el tratamiento de otras enfermedades asociadas como la artritis puede ayudar a reducir o eliminar síntomas.
En la actualidad no se han encontrado medidas específicas de prevención y se está experimen-Enfermedades Infecciosas y Parasitarias 45 tratando con distintos fármacos neurotransmisores del tipo de la gabapentina. Se recomienda que los pacientes que hayan padecido polio lleven un régimen de vida especial practicando ejercicio moderado y siguiendo una dieta equilibrada y se sometan a controles médicos periódicos aunque estén asintomáticos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario