sábado, 2 de noviembre de 2013

Una enfermedad rara


TENGO una vecina que padece una enfermedad rara, que se conoce con el nombre de piel de mariposa. Su piel es muy sensible y al menor roce puede sufrir ampollas, ulceraciones, heridas en la piel. También suelen aparecer heridas internas, que pueden provocar el cierre del esófago. Su transmisión es hereditaria. Es una enfermedad de esas que padece muy poca gente y que ha sido poco estudiada. Mi vecina anda preocupada porque con esto de los recortes la investigación se ha visto afectada y no sabe si en un futuro podrán mejorarse las condiciones de vida de estos pacientes. Este es otro de los efectos perversos de la estafa de la crisis. 


Como ella, viviendo con miedo, no sabiendo si se encontrará una cura para la enfermedad que padecen, hay miles de personas en nuestro país que o deben gastarse una pasta en tratamientos preventivos o paliativos o ven con estupor que se cierran laboratorios y áreas de investigación con el rollo del no hay dinero. Mientras esto ocurre, el ministro Montoro sigue hablando de la luz y el túnel, del fin de la recesión, de lo bien que va nuestra economía, ejemplo para el mundo entero. Me pregunto, con todo el respeto para los enfermos, si no padecerá también una rara enfermedad, las enfermedad del alejamiento de la realidad, la enfermedad del autoengaño perpetuo, o si, por el contrario, piensa que con sus salidas de tono y su habla vocinglera nos puede convencer de una cosa y la contraria. 



Recortes, recortes y más recortes. Paro, desempleo, privatizaciones, pobreza extrema. Esa es la verdadera realidad de nuestro país, de un país resignado, apagado, que también anda envuelto en otra rara enfermedad: la de la apatía, la de la desmovilización. Hay motivos para salir a la calle, para la rebeldía, para la rabia y el grito y, sin embargo, permanecemos dormidos, esperando no se sabe qué mientras nos pisotean y nos asesinan lentamente. Se hace urgente tomar el antídoto contra el miedo y al resignación: el antídoto de la lucha, la solidaridad y la justicia. Ya está bien. No podemos seguir sentados en el sofá. Ya está bien de atontamiento. Luchemos por el futuro, por otro mundo posible. No podemos dejar que nos exterminen, no podemos permitir el genocidio financiero al que estamos siendo sometidos. No podemos seguir con este sistema de cosas. Hay que poner patas arriba el sistema y crear uno nuevo en el que la gente sea feliz.

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