La displasia septoóptica (DSO) es un trastorno
clínicamente heterogéneo caracterizado por la triada clásica de hipoplasia del
nervio óptico, anomalías de las hormonas hipofisarias y defectos de la línea
media cerebral. La incidencia se estima en 1/10.000 nacimiento vivos. La
gravedad varía y sólo un 30% de los pacientes manifiesta la triada completa;
muchos pacientes presentan manifestaciones asociadas. Algunos pacientes
presentan la DSO al nacimiento asociada con múltiples anomalías congénitas y
otros la desarrollan durante la infancia junto con un fallo de crecimiento y/o
anomalías en la visión (estrabismo o nistagmus). La hipoplasia del nervio
óptico puede ser uni o bilateral (57% y 32% de los casos respectivamente) y se
produce una discapacidad visual significativa en el 23% de los pacientes. El
hipopituitarismo está presente en el 62-80% de los pacientes y aunque el
déficit de hormona de crecimiento es el trastorno endocrino más frecuente,
pueden desarrollarse otras anomalías hormonales (déficits de las hormonas
liberadora de gonadotropina, adrenocorticotropa y estimuladoras de la
tiroides). Los defectos de la línea media del cerebro incluyen agenesia del
septum pellucidum (60% de los casos) y/o del cuerpo calloso. También se han
descrito malformaciones corticales asociadas (en ocasiones citado como síndrome
DSO plus). Puede haber déficit intelectual y manifestaciones neurológicas.
Pueden darse también los siguientes hallazgos: diabetes insípida, trastornos
del sueño, autismo, pubertad precoz, obesidad, alteraciones de la
termorregulación, anosmia, pérdida de audición neurosensorial y anomalías
cardiacas y digitales. La mayoría de casos son esporádicos aunque se han
descrito algunos casos familiares. En estos, se han identificado mutaciones en
el gen HESX1
(3p21.2-p21.1)
tanto homocigotas (transmisión autosómica recesiva), como heterocigotas
(transmisión autosómica dominante). Existen 3 genes adicionales implicados,
asociados a fenotipos que pueden considerarse como parte del espectro DSO: SOX2 (3q26.3-q27), asociado a
anoftalmia/microftalmia y rasgos de DSO; SOX3 (Xq26.3),
asociado a anomalías de la línea media cerebral e hipopituitarismo (aunque no
se han descrito aún defectos oculares); y OTX2 (14q21-q22),
ligado a hipopituitarismo e hipoplasia hipofisaria anterior, con o sin defectos
oculares. Se detectan mutaciones en estos genes en <1% de pacientes y pueden
estar implicados también factores ambientales (abuso de alcohol y drogas,
maternidad temprana). El diagnóstico clínico requiere la presencia de, al menos,
dos de los rasgos de la triada clásica y puede confirmarse mediante estudios
oftalmológicos, RM y pruebas dinámicas de la función hipofisaria. La DSO debe
sospecharse en recién nacidos con hipoglucemia, ictericia, micropene (con o sin
testículos descendidos) y nistagmus con o sin anomalías de la línea media
asociadas (como paladar hendido). El diagnóstico diferencial incluye
hipopituitarismo y holoprosencefalia. La DSO puede sospecharse en el periodo
prenatal por ultrasonido y estudios de RM en el feto. El diagnóstico genético
prenatal y el consejo genético pueden proponerse a familias en las que se haya
identificado la mutación, aunque con precaución en los casos de transmisión
dominante ya que el fenotipo y la penetrancia son muy variables. El tratamiento
es sintomático y los pacientes deben ser atendidos por un equipo
multidisciplinar con un seguimiento regular. Las insuficiencias hormonales
pueden tratarse con terapia hormonal sustitutiva, pero seguida de cerca ya que
los déficits hormonales evolucionan con la edad. Los niños pueden beneficiarse
de programas de desarrollo para los discapacitados visuales, así como de
fisioterapia y terapia ocupacional. El pronóstico es variable. Se asocia un
diagnóstico temprano con un mejor resultado ya que permite la gestión oportuna
de los déficits hormonales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario