El día que el médico transmite la enfermedad de un hijo no se olvida
nunca, bien lo saben Juan y Naca. A los 22 meses de nacer su hija,
Celia, que ahora tiene siete años y medio, los médicos le diagnoticaron
lipodistrofia congénita de Berardinelli, una rara patología de la que no
se conocían otros casos. Tuvieron que empezar no desde cero, desde
menos de cero, para informarse sobre esta enfermedad, conocer a más
familias en su misma situación y contactar con médicos de referencia que
pudieran seguir a la pequeña.
"El momento del diagnóstico fue muy duro, lo veíamos todo muy negro.
No entendíamos nada, no sabíamos nada de la enfermedad". Lo que más
incertidumbre y desasosiego les causaba era la respuesta de los médicos.
"Lo máximo que podían decirnos es que se desconocía la evolución y el tratamiento de este tipo de lipodistrofia", rememora su padre.
Estaban solos, sin datos en España y sin referencias. Una difícil
realidad a la que muchos padres se tienen que enfrentar cuando les
anuncian el diagnóstico de una enfermedad rara de su hijo. Para ellos
comienza una lucha muy personal y en la que ni siquiera saben por dónde
empezar.
Juan y Naca no dejaron de buscar información a través de internet,
asistieron a congresos y a presentaciones médicas. Al final, después de
un largo 'peregrinaje', encontraron más familias en su
situación y médicos familiarizados con la lipodistrofia congénita de
Berardinelli, como el endocrinólogo David Araujo, de la Facultad de
Medicina de Santiago de Compostela, "quien actualmente está investigando
el caso de nuestra hija". Por suerte, han proliferado las asociaciones
de padres y pacientes de numerosas patologías y discapacidades y gracias
a éstas, las familias se sienten más acompañadas y mejor orientadas.
Son un gran apoyo psicológico, añade Paloma Solís, psicóloga
especializada en ayuda en discapacidad. Hay que tener en cuenta, que en
estas situaciones, "los padres tienen una importante carga cognitiva y
emocional: sienten ansiedad, culpa, enfado, miedos, rabia, etc."
Un peregrinaje en solitario
Dada su experiencia y su particular 'peregrinaje', conscientes de la
importancia que tiene para los padres en su situación una asociación de
apoyo, decidieron poner en marcha una en su ciudad, Murcia. Se llama
Dgenes y está orientada a los progenitores con niños con enfermedades
raras. "Ofrecemos apoyo social (explicamos a los padres los recursos
existentes de los que disponen), psicológico (para el diagnóstico y el
día a día), jurídico (para todas las cuestiones que se nos plantean con
segundas opiniones, etc.), fisioterapia, hidroterapia, equinoterapia,
reflexología y masajes, estimulación cognitiva y logopedia".
Como subraya un estudio publicado en 'Pediatrics',
"las familias con niños con necesidades especiales afrontan un sinfín
de retos que requieren una atención sanitaria de calidad y
multidisciplinar, apoyo económico y también social". Y en esto, "las
asociaciones ejercen un papel fundamental e imprescindible". Sobre todo
teniendo en cuenta que en los últimos 50 años, el número de niños con
discapacidades y enfermedades raras se ha triplicado. Los avances
científicos y tecnológicos han permitido una mayor supervivencia.
Las asociaciones no facilitan ayudas económicas, pero sí actividades
como logopedia y fisioterapia. Informan de los recursos existentes y
sobre los médicos de referencia. El problema, señala Juan, es que
existen gran disparidad de criterios en España. "En
este tiempo hemos conocido a dos familias en nuestra misma situación que
querían llevar a sus respectivos hijos a EEUU para que participaran en
un estudio clínico. Vivían en distintas comunidades autónomas. En una,
les facilitaron el desplazamiento y en otra, nada. Tuvieron que
organizar actos benéficos para poder recaudar el dinero suficiente.
Deberían existir protocolos de actuación iguales en todas las regiones".
Además, según recoge el artículo de 'Pediatrics', los sistemas de
sanidad no tienen en cuenta todas las necesidades que estas familias
tienen. Por ejemplo, como relata el padre de Celia, "la primera carencia
que vivimos fue que en el momento del diagnóstico, el médico no contaba
con apoyo psicológico para la familia, así como sí lo hay para otros
familiares y pacientes como los del cáncer".
Las necesidades de estos niños también suelen requerir asistencia en casa,
afirman los autores del estudio. "Con la ley de dependencia su madre
(Naca) es la persona que se encarga de su cuidado en casa. Celia ha
sufrido una involución muy negativa. Dejó de caminar, ya no pronuncia
palabras y necesita sonda. A veces, también tenemos la ayuda de un
profesional de respiro familiar [gracias a la atención temporal de la
persona enferma o discapacitada, los familiares pueden tener momentos de
descanso, ocio o tiempo libre]". En cuanto a las ayudas económicas,
"recibimos 500 euros mensuales [por la ley de dependencia], una cantidad
anecdótica para lo que supone el día a día. Sólo en fármacos nos
gastamos unos 250 euros al mes".
Dadas todas las necesidades que estas familias tienen, los expertos del estudio proponen: ofrecer atención médica en casa,
garantizar una coordinación de todos los servicios y recursos, ofrecer
estrategias para promover la calidad de vida emocional y física de la
familia, promocionar el acceso a las ayudas económicas, reconocer la
labor de los padres (económica, social y laboralmente), promover
actividades sociales y educativas para los afectados y también el resto
de los miembros de la familia reformar las políticas sociales que sean
necesarias".
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